martes, 12 de octubre de 2010

Entropía.

Por algún motivo desconocido empezás la semana de manera maravillosa, aprobando un examen que necesitabas sacarte de encima y al que no le ponías ni dos pesos. Dos días después vas a ver a Pixies, te hacen sentir cosquillas en la panza y deseás envejecer así de lindo. Al día siguiente la entrada que habías comprado a alguien totalmente desconocido en internet para el concierto de Regina Spektor resulta válida y la ubicación mucho mejor de lo que esperabas por lo que la pagaste y después de mimar tus oídos por un rato se te acalambran las mejillas de tanto reírte con unas amigas. Ya sintiéndote súper conforme con la semana, recibís un llamado de un amigo que te sorprende y te invita a ver a Air y Juana Molina. Las expectativas de lo que podía llegar a ser una semana más, de las que pasan desapercibidas, están ampliamente superadas y te sentís feliz después de largo tiempo de estar del orto. Pero... todo tiende al caos y nada puede ser tan simple y feliz como el clona en tu vida y alguien se acuerda de recordártelo, siempre hay alguien. Por ejemplo tu papá cuando se aparece el domingo a la mañana sin previo aviso en tu casa, convertido en un adolescente que viene a contarte que se mudó solo, a unas cuadras de tu hogar dulce hogar. Y te encontrás alimentando a tu progenitor y preparándole algunos petates en una bolsita y volvés a caer en la realidad.

D.