jueves, 12 de marzo de 2009

Dos versiones de mi

Se me ocurre que vengo desarrollando dos versiones algo macabras de mí misma: la quejosa y la avara. Ninguna se merece el Pulizer ni el Nobel. No dije eso. Pero hay que admitir que cualquiera de las dos tiene cierto encanto, hasta que las ves con frecuencia.
La quejosa odia viajar parada, observa que la cantidad de personas ancianas / embarazadas / discapacitadas que sube al colectivo es directamente proporcional al cansancio que tenés y las ganas que tenés de permanecer sentado en tu asiento. La cantidad de moneditas de 5 y 10 centavos que pone el pasajero delante tuyo es inversamente proporcional a tu umbral de paciencia ese día. La cantidad de días que faltan para el período menstrual influyen en tus ganas de matar al que escucha los mp3 del celular sin auriculares. Y así infinidad de correlaciones solamente en el medio de transporte público. La quejosa es muy observadora.
La avara, sin querer sentirse menos, observa que aunque hace 10 años las golosinas costaban mucho menos (chocolatines de Milka a 10 centavos, 2 caramelos masticables por 5 centavos, y un largo etc.), los adolescentes se mantenían más en forma que ahora, que las papas Lay´s grandes salen 9 mangos. A la avara le da bronca que la gente alimente la inflación, que compre los tomates a $18 el kilo, que pague lo que se le canta a los supermercados, chinos, tailandeses y japoneses. Todo esto sin inmutarse ante apodos que aluden a que pertenece a cierto grupo religioso, o que es tal animal del horóscopo chino, o que tiene cierta parte del cuerpo de oro.

L.

2 comentarios:

The Tarambana dijo...

Creo que preferiría a la quejosa, sólo porque sus observaciones me parecieron más divertidas, y (aca entre nos) me sentí identificado con varias de ellas. ¿Sere quejoso sin saberlo?

Una queja que olvidaste: detesto a los hombres que van a un cajero automático a pagar una factura (teléfono, luz, gas, etc...) En el caso de las mujeres, creo que directamente les debería estar prohibido usar los cajeros automáticos.

Lima Limón dijo...

Qué machista, Tarambana!