Estoy casi segura de que alguno de nuestros vastos lectores en algún momento fantaseó con mi vecino del cuarto –el de la vida sexual activísima, por si no lo recuerdan-.
Pero las ilusiones son como las mentiras, amigos: tienen patas cortas. Ayer luego de un día eterno, estaba esperando el ascensor y llegó un chico de “aspecto intelectual”, menos de 1.60m de altura, pelos desprolijos a la altura de los hombros y llavero con la bandera de Palestina. El muchacho en cuestión, posible estudiante de psicología/ cine/ filosofía/ ( inserte su prejuicio aquí), hizo la pregunta mágica: “¿a qué piso vas?”. Al tercero, respondí. “Ah! Yo voy al cuarto”, contestó él atento y me deseó buenas noches al bajar. Segundos después escuché el golpe de su puerta y los pasos en mi techo. Había descubierto a la máquina sexual del cuarto piso.
D.
1 comentario:
Borrá esa imagen de tu mente... es mas jot pensar que los gritos que no te dejan dormir son de un chongazo de los que cobran caro.
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